domingo, 23 de noviembre de 2014

Domingo castañero


El escribir relajando las yemas desde la cama con el portátil entre las piernas le da mucho gusto a sus orejas, si, pero más gusto le da a mi muslamen. Esta mañana ha empezado 4 horas antes de lo previsto. No he descansado en el sobrevalorado sueño pero si en mi ninguneada mente. ¡Pam! me han hecho los ojos. ¡Pim! me ha hecho el corazón. La he buscado, la he hallado y me he lanzado a la ducha sabiendo que podía adelantar la cita con mi pixtu vascuence una hora más.

Todo se engalana en castaño la mañana de mi domingo de otoño. Al llegar a la plaza se me ha acelerado el pulso cuando he recordado el mini doctorado a la hora de dar abrazos. Corazón con corazón no basta, doctor. Los abrazos hay que darlos con el alma y esperar como lluvia en mayo que vuelva otra alma en retorno con ellos. Me acordé del martes. Dos veces pisé la plaza de la castañera, dos veces me saltó la tripa en caliente. La primera con media docena de castañas calentitas para mis dedos helados, dos boniatos dulces para mis huesos y una patata asada y no cocida para variar. La segunda con una lección de sonrisas y una propuesta de cervecita en terraza indiscutible. Barcelona se regala en noviembre y a mi este noviembre se me viene muy regalón.

Al doblar la valla que protege las obras del carrer de los abuelos fisgones he intuido las aspas de El Molino y la he buscado con los ojos ¿Dónde está mi castañera? ¿Dónde, que no la veo? El agua le salpicaba las piernas mientras frotaba un boniato contra el otro. Con razón me supieron tan ricos al inicio de la semana. El frotarse con amor es lo que ganas. He pensado en llevarme más de todo por el gusto de mirarla a los ojos y decirle buenos días! con entusiasmo pero no puedes presentarte a aperitivear con unos boniatos envueltos en noticias de diario bajo el brazo

¿Porqué no? ¿Porqué no se puede lo que no se puede? Lo único que no podemos hacer es aquello que nos vemos incapaces de afrontar. Por el resto de las cosas terrenales, de la tierra media y de más allá del muro, lo único que nos incapacita para actuar es el no querer.

Piénsalo otra vez cuando te cruces en verde con mi sonrisa. Qué gusto que me devolvieras la tuya.

Buen atardecer. Fargo me espera con displicente y frío acento invernal. Love it. Allá vamos. 

  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Muchas gracias por tu comentario perejilo!!! Abrazos cibernéticos :)

Pere Gila