lunes, 17 de marzo de 2014

Lunes libertarios

Hace seis meses que los lunes no son lunes. Los jueves de cada dos son super jueves. Las semanas pares son mías en adolescencia y las impares son íntegras en alma a la infancia. Los martes me bipolarizo según sean míos o no salvando tres horas a la tarde. Los domingos suelen ser suaves o intempestivos sin termino medio. Los sábados siempre se desarrollan en horas de aventuras para diferentes edades. Los miércoles que no van a ningún lado caen en medio de un impás, ni pa ti, ni pa mi y los viernes, ah, los viernes... Los viernes siempre, siempre, siempre, son eterna y atemporalmente bienvenidos. Todo esto se adereza con congresos, caterings, cenas de última hora, llegadas al aeropuerto, salidas de hoteles, citas con la psicóloga, fantasmas de ultratumba y espíritus de futuro.

Hace seis meses que vivo sola quince días al mes. Los quince días en los que me gobierna la madurez me salva mi niño de la mano. En realidad poco podría hacer él si yo no quisiera encauzarme. Pero me es más fácil acallar los diablos y los deseos deseados. Los quince días en los que ando sola me elevo o me hundo según la víscera corporal que me de la mano, el corazón o la cabeza. ¿Tardaré seis más en centrarme? ¿Lo haré alguna vez? ¿Querré ser el espejo de otros y el reflejo fiel de mi tribu? ¿Quiero saber lo que es saber? ¿Quiero desear con cabeza en vez de con ilusión? ¿Quiero fantasear realidades o viene siendo mejor esta vorágine de sube y baja?

Desde que me tengo que currar con cincel esos minutos, esas horas, esos amaneceres sola y atardeceres iguales, desde que eso está en mi mano y no puedo culpar a nadie, soy más libre. Soy lo mejor o lo peor que puedo llegar a ser. Tremenda responsabilidad de actitud no ya respecto a mi hijo de seis si no respecto a lo que me debo yo. Si puse mi vida patas arriba, si los planes del futuro trazados con compás, escuadra y cartabón, ya no valían, si el amor ya no contaba más, si las hipotecas ya no atemorizaban, si me mordí a dentelladas el negro futuro, si fui capaz de todo eso y de empezar a planear de cero, ¿Qué miedo le tengo entonces al cero?

Entre "Santa Rita, Rita, Rita, que me quede como estoy" y "Ten cuidado con lo que deseas que se puede convertir en realidad" se me plantan las horas, los días y las semanas desafiantes. Esa paciencia que todo llega, ese correr que el mundo se me acaba, ese ahora o nunca. Ese saber sonreír los días malos sabiendo que se remonta, sabiendo que las risas te sacan, que los demás apuntalan, pero que del suelo te levantas sola. Sola, orgullosa y con los ovarios muy bien colocaos. Que para eso me dieron armas desde chica. Que para eso me enseñaron con ejemplos y no con palabras. Que unos ojos de amor y una sonrisa, que una caricia y un abrazo, que un: "yo he estado por donde tú vienes, camarón, y no te juzgo" te confirman la decisión. Pero la decisión y el paso es tuyo.

El lunes es tuyo, para vivirlo, para beberlo, para quemarlo o para respirarlo. Tú decides si quieres que sea de puntillas para no molestarle o con paso firme para imponerte. Salga como salga el martes está a la vuelta del reloj. Y ahí, tendrás que levantarte otra vez y decidir que quieres hacer con esa maravilla de día en exclusiva para ti.

Feliz empuje y gracias por leer.

miércoles, 5 de marzo de 2014

Amistad a las duras


Siempre lo he sabido. Los amigos se miden a las duras. Porque a las maduras todos se apuntan, los amigos y los menos. Es agradable estar al lado de alguien que festeja, que disfruta, que ríe, que tiene todo de cara y lo comparte, amor, trabajo, dinero, felicidad, salud... Cuando algo de eso falla y te llega la dura, el que aguanta estoico tus lamentos coñazos, tu cara de perro, tus preguntas sin respuesta, tu llorar por las esquinas, tu dolor físico y psíquico, tu "sin tregua ni para ir a mear", ese, ese que sigue ahí con la frase de "no-pasa-nada", la sonrisa a tiempo y el abrazo de los largos, ese, ese es EL amigo. O está dopao que también te vale en los malos momentos.  

Las amigas (féminas) en estos casos valen doble. Para mi al menos. Porque, de normal, las féminas llevamos muy mal el tema penas ajenas de las compañeras. También llevamos muy mal el tema alegrías extremas ajenas. ¿Porqué? Porque somos complicadas. Porque nos sentimos tan identificadas que duele cuando estamos mal y vemos a la otra florecer. Porque, cuando estamos bien, no queremos que la otra nos muestre la pinta que tenemos cuando estamos mal. Pero hay excepciones entre esas féminas. La madre de una suele ser la mujer más mujer que hemos tenido la suerte de echarnos a la cara. Y con mujer me refiero a que es capaz de alegrarse infinito en tus alegrías como si fueran suyas y acompañarte en tus penas sin importarle que tu barro le salpique. Luego puedes tener la suerte, o la dicha encontrada, de tener una amiga-hermana que sea el espejo de tu alma. Que, como vulgarmente se dice, te conozca como si te hubiera parido. Eso es un auténtico regalo de la naturaleza porque a tu madre hay ciertos temas que no le cuentas por vergüenza, básicamente, no por que te vaya a juzgar. Ya te juzgas tú sin que ella lo haga. Pero tú amiga ha estado allí donde estás tú recientemente (más recientemente que tu madre, al menos), y si no ha estado, te mira el alma y sabe ponerse. 

Los amigos (varones ellos) y encabezados por mi padre como mi primer amigo sonador de mocos y secador de lágrimas, se me han dividido a lo largo de la vida en dos tipos. Una vez aceptados que son amigos de los buenos, no de los de cervezas los viernes que eso es muy fácil y para eso los chicos se las pintas solos, mi división masculina ha venido decantada por la cama. Los gays y chicos que no querían acostarse conmigo (yo no les atraía lo suficiente como para meterse en mi cama, o tenían una muy buena pareja que nublaba mi visión como hembra capturable) y los que si que querían. Si los dos queríamos no cuenta porque entonces se convertía en otra cosa que no era ser solo amigos. De todos los hombres amigos he sacado dos cosas muy buenas. Una: practicidad. Como dicen aquí en cataluña, los hombres "van por feina". No se entretienen en análisis excesivos de los problemas. Van tirando soluciones hasta que una cuela. Ignoran las menudencias y se centran en "lo gordo". Tiene su punto de bueno cuando quieres salir del hoyo no importa como. Tiene su punto de malo cuando necesitas que esa salida del hoyo sea largoplacista. Dos: El punto de vista masculino. El modo tío. Ese punto de vista no te lo dan las amigas cuando de hombre trata el problema. Un hombre ha estado allí y tiene calados a los perros. Que te lo diga con amor y sonrisa cómplice de varón amigo, no tiene precio. 

En estas estoy cuando me miro el ombligo y me digo ¿y yo? ¿Qué tipo de amiga soy yo? ¿Estoy en las duras para mis féminas y mis varones? Y la respuesta es que no. O que si. Que no siempre, vamos. No como ellos o ellas quieren. ¿Qué pasa entonces? No depende de las intenciones del que da. El que da, entrega todo lo que puede dar. El que recibe solo puede estar agradecido por eso que le están dando. Nadie está obligado a dar, ni a amar, ni a besar, ni a abrazar. Si alguien te da, te ama, te abraza y te besa y lo necesitas, date con el cantazo en los dientes. Te ha mirao un tuerto y eso es mucha suerte. Cuando tú estés en la cresta de la ola da lo que puedas dar. A cuantos más mejor. Ya bajarás de la ola, ya.  Y a los que no estuvieron fue porque no podían estar. No supieron estar o no les tocaba. Así que tampoco les guardes la cara en el bolsillo. Todos lo hacemos lo mejor que podemos

Abrazos cálidos y apretaos en un miércoles de esos que no va a ningún lado, como todos los miércoles del mundo, pero que está en medio de todo el meollo. Y hay que tener muy firmes los ovarios para aguantar en medio del huracan sin despeinarse.

Gracias por leer y estar.

Imagen sacada de http://abrazosgratis.com/cuales-son-los-beneficios-de-un-abrazo/ posteada en mi muro por mi amiga Ana Marquina para decirme, "Nena que estoy aquí"