viernes, 27 de diciembre de 2013

Navidad, dulce Navidad, parte III


Este 2013 ha sido el primer año del resto de mi vida. Exactamente igual que el 2012, exactamente igual que el 2011. En cada día empezamos de cero, o deberíamos. El pasado solo cuenta para "reyirse" que dice Carmen (cómo muestra un botón la foto del fin de año de 1991) y el futuro para sonreír. Si del pasado solo sacas lágrimas, borra. Si el futuro te produce tristeza, cambia.

Este 24 de diciembre mi hijo no ha estado conmigo pero le he echado de menos lo justo y necesario. Esto es: a los 30 minutos de haber empezado la cena y que los otros 10 niños que había en casa de mi tía Carmita empezaran a corretear por todos lados, mi mente me jugó la mala pasada de recordarme que soy madre y me preguntó en eco "¿Se habrá comido Luc todo?". La segunda fue a las dos horas de haber empezado la cena cuando el cava y las bebidas espirituosas empezaban a aparecer, mi mente volvió a preguntar "Hace mucho que no veo a Luc ¿por donde andará?".  ¿La verdad? Mi hijo pasa de i cuando hay uno o más de dos niños a su alrededor. Y bien que hace.

En el teatrico no le eché de menos porque él odia los teatricos obligados y de haber estado mi madre le hubiera dado una paliza verbal considerable con lo de "Luc jomio, ves con tus primos. Canta un villancico en catalán que es muy bonito". Mi hijo baila solo y cuando nadie le ve. Y canta mientras dibuja o, a veces, nos arrancamos a interpretar un duo musical pero muy privado y para los dos. Si le grabase sería top trending viral en youtube en minutos pero entonces me dejaría de hablar para siempre y no me compensa.

En los regalos tampoco le eché de menos porque no creo en el consumismo navideño. Hija, que rancia, a parte de ser vegana ¿no crees en los regalos?. No. Creo en el amor, en las postales manuales y en los regalos los martes de abril y los sábados de agosto. En algunos santos pero no siempre y en algunos cumpleaños pero cuando pensé en ti. No se puede (debe) pretender que el mundo en general esté pendiente de ti SIEMPRE. Lo aprendí siendo muy pequeña y teniendo cuatro hermanos con los que compartir dos adultos.  A veces tu cumple caía en martes y la tarta era para 7. Otras no había tarta pero si muchos besos y especial amor. Otras caía en sábado y te llevaba tu padre al circo a ti y a cuatro amigas escogidas. ¿Mis hermanos? En casa con mi madre. No recuerdo regalos especiales esos días. Recuerdo amor e interés individual por parte de mis padres. Y de mis hermanos no recuerdo celos o envidias. Un día tú, el otro le tocaba a la gorda de Carmen. Tenía Cheetos y Fanta de naranja, joquemorro que dice ella, ¿para que quiere más?. A día de hoy le sigue haciendo feliz los Cheetos y los huevos fritos con patatas. Si quiere un bolso, se lo compra ella un miercoles de rebajas.

¿Qué he echado de menos?. He echado de menos a los que más nochebuenas han pasado conmigo en mi vida. A mis hermanos y a mi padre. Es así. ¿Cómo no me he muerto de la pena? Porque les veré en breve para que me den por culillo con el tema veganismo-lesbiano y porque me rodeé de un buen puñado de incondicionales de los 24 de diciembre de mi vida. Tíos y primos en un escenario siempre mágico y acogedor. La cocina-salón de La Chopera.

Carmi, como te dije ese día, el año que viene debería estar Luc, pero si finalmente no está tampoco pasa nada. Quien me iba a decir a mi el año pasado que mis Navidades este serían como son. ¿Quien sabe donde estaré? ¿Quien sabe donde estarás tú?, eso si, SIEMPRE que miro hacia atrás en las Navidades de mi vida es para reir. Mucho y a carcajadas. No me permitiré arruinarme las futuras por muy diferentes que estas vengan. Me lo debo a mi. Se lo debo a mi niño. Se lo debo a amigos cómo Ana, Álvaro y Vanessa. Ellos saben porqué. Ellos se deben seguir sonriendo cada día de su vida.

Buen rollo y risas, gente. Go Vegan!! (sobre todo en estas fechas) y gracias por leer.

viernes, 20 de diciembre de 2013

Árbol de Navidad estilo La Bioguia


Para estas Navidades veganas y ecológicas donde las haya y siendo odiadora profunda del árbol de Navidad desde los tiempos remotos Amén, este año he decidido darle en el gusto a mi hijo y montar un árbol de Navidad sin talar o descolocar uno de verdad y sin tener en casa más plástico que en humor amarillo.

Ingredientes necesarios:


  1. Un niño con ganas de montar un árbol
  2. Una pared blanca o sin decoración (vale la puerta del armario a falta de pared lisa)
  3. Cartulina verde para el árbol y roja para el tiesto (la que había en casa)
  4. Blue tack
  5. Tranquilidad, paz y sosiego (lo más importante)
  6. Que te importe un huevo como quede el resultado final. Si le das alas lo sacará mejor que tú seguro

Cortamos las cartulinas en rectángulos y estos en triángulos isósceles no rectángulos porque al venir de un triangulo no dan los lados (esto es un chiste de mi época matemática que le va a hacer gracia sólo a el 1% de mis lectores, pero oye, me debo a las minorías también). El mantel arrugado y la mesa llena de cosas (como se puede observar en la foto) no es impedimento ni obstáculo par esta actividad casera de manualidades. Fantástico.  Es un poco: pensado, dicho y hecho. El niño encantado y tú cero estresada.

Blue tack por las tres esquinitas


Y empezar a pegar en la pared un poquito sin ton ni son. Ponte un cd a tono (música brasileña usamos nosotros) y tomate una infusión. Él te pedirá agua cada dos por tres. Lo normal, vamos.


Añade las tarjetas navideñas que tengas por casa. Recicla las del año pasado si aún no te mandaron muchas y pon en sitio de honor la de Silvia y Alejandro que es la chula de este año y además pega todo con la decoración verdi-roja tan Euskalduna que nos ha salido.


Después de la estrella te pide por favor mamá ¿puedo pintar? y a ti que se te ha subido el CD y la infusión a la cabeza y no puedes negarle nada que es Navidad dices que si que pintorronee la pared. Y entonces dibuja un niño que es él, soñando que Papaá Noel le traerá regalos. 





Tachan!. Felices fiestas a todos. Nos vamos leyendo. Mucho amor, mucho sosiego y recordad, si podeis elegir, elegir vegano :)

viernes, 13 de diciembre de 2013

18 cosas que no sabía antes de ser vegana


Cada vez que abres una puerta por muy minúscula o insignificante que sea se abre ante tí un mundo entero y nuevo para tus ojos. Al cerrar puertas no pierdes mundos porque los recuerdos te acaban llevando siempre delante de esas puertas cerradas y tienes que decidir si las quieres volver a abrir o te interesan más que sigan cerradas porque no quieres entrar más por ellas. Los nuevos mundos tienen nuevas reglas, nuevos códigos de conducta, nuevo vocabulario, nuevas asociaciones, música nueva, lecturas nuevas, ideas nuevas, cosas buenas y cosas malas y cosas feas nuevas. Abrir mucho los ojos, captar todo el nuevo mundo y decidir que quieres para tí es labor única y exclusiva tuya. Siempre es maravilloso entrar de la mano de alguien en esos mundos pero luego, siempre, ese alguien se debe retirar para que tú aprendas a andar sola por tu mundo nuevo.

La maternidad fue uno de esos mundos. Obviamente la puerta de la no maternidad se cerró y no dejaría a mi hijo por nada del mundo. Antes, literalmente, muerta. El veganismo ha sido el más reciente. A día de hoy (tres meses recién abierta la puerta) me tiene tan fascinada que dudo mi vuelta a otro mundo que no sea este, pero, aún, para mi, el veganismo no es como la maternidad. Aunque, puede, que lo acabe siendo. Cuando lleve 6 años en esto como de madre os cuento.

Siempre he sido muy de listas. He llegado a dejar a novios tras elaborar una lista con pros y contras (cual prestaciones automovilísticas, que diría mi hermano Andrés) que tan solo reflejaban en papel lo que mi corazón y mente sabían. Pero, oye, a mi me ayudaban. Últimamente he leído muchas listas muy graciosa, ocurrentes y que resumían y reflejaban no solo mi pensar sino, por lo leído, el de mucha gente parecida a mi.

Desde mi recién estrenada entrada al veganismo, aquí va mi lista de las 18 cosas que no sabía antes de ser vegana y que ahora son el ABC de mi día a día. Si gustáis, ya sabéis, comentar y compartir:
  1. Activar: A remojar las legumbres el día anterior para hacer un puchero como toda la vida de Dios (siempre habiendo pensado que era para que se ablandaran y no tardaran tanto en cocinarse) se llama "activar" la legumbre. Pasadas unas 8 horas de ese remoje en agua la legumbre libera en el agua antinutrientes (por eso es agua se debe desechar a la hora de cocinarlas), activan sus nutrientes para que brote la nueva planta, convierte el almidón de la semilla (azucar complejo) en glucosa absorbible y disminuyen las calorías de los granos. ¡Qué de cosas eh!. Ya sabéis, no dejéis de acordaros de las lentejas de un día para el otro.  
  2. El tofu es un preparado de soja (legumbre) y el seitán de gluten (cereal). Blancuchos, blanditos, similares al queso de burgos de aspecto (una vez cocinado el seitán, claro) pero nada que ver. Yo los utilizo poco porque no creo en los "preparados" pero dan mucho juego para imitar platos tradicionales, quedarte con la peña y juguetear en la cocina, la segunda habitación de la casa donde más me gusta jugar.
  3. Ser vegetariano es una dieta, ser vegano una filosofía. Esto da para un post entero así que no me voy a extender aquí, ya lo discutiremos a capa y espada con un te que es como se discuten estas cosas.
  4. Hay deportistas veganos de élite incluso crudiveganos (solo se alimentan de productos que no tengan origen animal y que no hayan sido sometidos a una temperatura superior a 46ºC) o frugívoros (solo se alimentan de fruta)
  5. El especismo es la discriminación que sufren los animales porque nos creemos una especie superior a ellos. Y, chatos, dejadme deciros que... NO LO SOMOS.
  6. En Inglaterra una aseguradora hace descuentos en las pólizas de sus seguros de vida a los vegetarianos. Por algo será, esa gente dinero no va a perder. No quieren que te mueras. Por tú bien y por que sigues pagando la póliza. Al morir pierden clientes. Y los veganos ganamos alguien para la causa. No se ha podido demostrar que los muertos consuman ningún producto de origen animal. Ergo, todos veganos.
  7. Fuentes de calcio naturales: Quinoa, nueces, brócoli, verduras de hoja verde, almendras, sésamo, higos, naranja...
  8. La quinoa es la reina de los cereales por no contener gluten (apta para celiacos) y tener más del doble de proteína que el resto de cereales. Posee 20 aminoácidos (incluyendo los 10 esenciales) especialmente la lisisna vital para el desarrollo del cerebro. En particular posee el 40% más de lisina que la leche. Maganeso para tus huesitos, fósforo, vitamina B, fibra, te proporciona energía, vamos la quinoa, así en vulgar español es LA LECHE. (La info la he sacado de aquí)
  9. Los veganos tienen sentido del humor cero (un 97% de ellos). No puedes decir que tienes tanta hambre que te comerías un perro o te denuncian a los Vegan Nazis (policia vegana con tendencia a demostrar que ellos son más veganos que tú según un código sacado del sobaco de algún chalado. Ante las tocadas de ovarios de vegan nazis u omnivoros coñazos mi respuesta muy zen es "Soy todo lo vegana que puedo. Y hasta ahí puedo leer que diría la gran Mayra Gomez Kemp".
  10. Un vegano no toma porque no pueda. "Ay, que pena, ¿ya no tomas más jamón?" (y cara de recochineo). Un vegano no toma porque no quiere (y orgulloso de no querer)
  11. El semen de los hombres veganos sabe diferente. O eso me han dicho unas amigas y amigos. Aún no he podido hacer ese trabajo de campo. Aquí entre nos, creo que es una leyenda urbana que ha hecho correr los del PETA (People for ethical treatment of animals)
  12. Las veganas son más fieles a sus parejas por el tema de cocienciación y el no querer hacer sufrir a los animales (este punto no lo tengo muy documentado aún)
  13. Hombres y mujeres van dos veces al lavabo al día. Y no es a lavarse los dientes, o no siempre
  14. Hay kefir de agua (como el de leche que hace el famoso yogur bulgaro) que es vegano pues se aliementa de azucares de la fruta remojados en agua. Se regala y no se compra y cuando lo usas te sale una especie de aquarius casero estupendo (sabor naranja o limón a elegir)
  15. La B12 es un invento de la industria carnica para andar jodiendo a los veganos. No hay casi en la naturaleza, de hecho a los no veganos también les cuesta horrores conseguirla. En poco tiempo habrá una guerra mundial por la falta de B12, se nos caerán los ojos, seremos muertos vivientes y el mundo será igual que la tercera temporada de The Walking Dead.
  16. En una cita a ciegas con un no vegano, en medio de la conversación es más fácil colar el tema de que eres madre de un niño de 6 a que eres vegana.
  17. En las reuniones sociales y cuando vas de tapas con los amigos, los platos veggies son los que primero se acaban: Aceitunas gazpachas, guacamole, hummus, champiñones al ajillo, escalivada, tortilla, patatas bravas, etc... La carne se queda para los gordos. Lo tuyo les gusta a todos y tú si te despistas ya puedes ir tirando de pan con aceite.
  18. Estadística (hecha en cataluña, Spain, so far) de lo que piensan los camareros al tomarte la comanda para cocina: 45% Joder. 45% ay la pobre. 8% ¡qué bien un reto!. 2% se la pela, no se entera y te trae el gazpacho con virutas de jamón (esto último es veridico y me ha pasado a mi)

Salud pa disfrutar, feliz viernes y gracias por leer

domingo, 1 de diciembre de 2013

High Fidelity en el corazón


Se plantea el elocuente Nick Hornby en su libro "Alta Fidelidad" a través de Rob, su protagonista, si la melancolía que siente en su vida es debido a las canciones que escucha o elige ese tipo de canciones porque es un melancólico incurable. Añade:

"Hay quien se preocupa, y mucho, de que los niños pequeños jueguen con armas de fuego, de que los adolescentes vean vídeos en los que la violencia es moneda corriente; nos da miedo que esa especie de cultura de la violencia termine por tragárselos como si tal cosa. A nadie le preocupa en cambio que los niños escuchen miles, literalmente miles de canciones que tratan siempre de corazones destrozados, de rechazos y abandonos, de dolor, tristeza, pérdida. Las personas más desgraciadas que yo he conocido, románticamente hablando, son las que tienen un desarrollado gusto por la música pop."

Nos va el rollo. A los compositores, cantantes y escritores y a los oyentes y lectores. A los románticos y a los que van con el corazón en la mano. "Es lo que hay mamá" me diría mi hijo Luc. 

Tengo un hijo adoptado cibernéticamente que ronda los veinte y vive en Argentina. Alexis me llama "iberomadre" y nos adoptamos mutuamente una tarde/noche de mi verano y su invierno.  Entre Alexis y yo hay 5 horas y 2 estaciones del año de diferencia con lo que nos comunicamos, edad, jerga hispánica y generaciones aparte, en dos universos un poco paralelos, tan distantes y cercanos como cualquiera de los dos queramos. Alexis es músico y es un romántico empedernido. Es de esos que cualquier madre querría para su hija. Cualquier hija de veintitantos querría de mejor amigo. Y cualquier mujer de 30 o 40 mataría por conseguir como amor de su vida (una vez que él hubiera alcanzado, o casi, esa edad y siguiera siendo exactamente igual que cuando rondaba los 20 solo que un poco más maduro). 

Lo que puedo hacer como iberomadre, ya que a mi me escucha y, supongo a su madre biológica no, aunque muy probablemente ella ronde mi edad, es quererle y quitar hierro al asunto. Quererle es muy fácil. Por lo que veo en sus interacciones con los demás navegantes cibernéticos, es un bombón de niño. Con grandes amigos, divertido, rápido en la palabra, respetuoso e inteligente. Lo mejor de todo su gran corazón. Y de remate: No le importa que los demás le vean el corazón.

Cuando está eufórico lo muestra. Cuando está hundido lo muestra. En los dos casos sin grandes aspavientos ni pena excesiva y ni gratuita. Es un tierno y cuando son las 3 de la mañana y está escuchando la radio porque no puede dormir y de repente suena esa canción y piensa en ella y se quiere morir, entonces, va, y nos lo cuenta. Lo comparte de un modo exquisito. Te hace sonreír. Te hace partícipe. Te acuerdas de ese mismo y reconocible dolor en forma de punzada que te rajaba las entrañas cuando tú tenías 20 años.

Un día comentó que jamás podría volver a oír una determinada canción sin pensar en ella para el resto de su vida. Sonreí acordándome de instantes en mi vida en los que había pensado exactamente eso. "Vaya, ya se me jodió esta canción para los restos de los restos". Sin ir más lejos este año en el que musical y emocionalmente hablando he estado melancólica en extremos de vomitar pensando en mi misma. Tan pesada con ciertos discos a los que, tras el paso del invierno y primavera, ahora 6 meses después puedo empezar a plantearme en rescatar. O no, a lo mejor aún es pronto, pero sé que podré. Y sonreiré. Porque cuando pasa el tiempo y te superas a ti mismo y a tu tristeza, entonces esas canciones que asociabas a una persona y un tiempo duro se convierten en diamantes que representan tu poder sobre tú propia melancolía. Al fin y al cabo los hechos siguen iguales, esa persona te hizo sentir en aquel momento realmente miserable, pero el aderezo de pena lo puso tu mente junto a una banda sonora determinada.  Al superarlo, esa banda sonora llega a hacer, tiempo después, que una sonrisa y una paz suba de tu corazón a tu boca. Y vuelve a ser maravilloso escuchar a ese autor con todo tu corazón entero otra vez.

Los escritores y músicos hacen lo mismo con sus obras. Alexis lo hace de modo anónimo hacía su amada. No se quien es la niña de sus suspiros. Supongo que o no es de su circulo de amistades cibernéticas o ella desconoce el dramón que lleva él por dentro. El caso es que a mi me encanta que lo haga. Te identificas, él se alivia y desde mis 40 puedo decirle diciendome: no pasa nada Alexis, tendras amigos, tendrás amor, tendrás amigos....

Feliz domingo melancólico y musical. Por cierto, ahora estoy oyendo de la mano de mi hermanica Cris a Jack Johnson y su nuevo disco "From here to now to you" que es un pastelico, la verdad, pero me encanta....

Gracias por leer

Fotografía tomada de la página web http://www.ramiroelena.com/presentacion